A lo largo de los años, he tenido muchas oportunidades de ser mentor de personas. Como miembro del cuerpo docente, trabajé en estrecha colaboración con estudiantes de licenciatura y posgrado para ayudarlos en sus trayectorias profesionales. Como gerente, también tuve la oportunidad de actuar como mentor.
De vez en cuando, te encuentras con alguien a quien yo llamo “insensible a los consejos”. Estos sabelotodo tienen una respuesta para todo y encuentran maneras de convencerte de que lo que han hecho fue lo correcto. A menudo, estas personas también encuentran tiempo para decirle a los demás cómo hacer su trabajo y se pavonean en muchas situaciones con más confianza que competencia.
Hay varios tipos de sabelotodo. Es necesario saber con cuál de ellos se estás tratando antes de decidir si lo puede asesorar y cómo hacerlo.
El impostor
Muchos sabelotodo en realidad están ocultando la ansiedad que sienten al pensar que tú no crees que sean competentes para hacer su trabajo. Una causa clave del síndrome del impostor es la idea errónea de que si le han dado un trabajo es porque su supervisor piensa que ya es un experto en todas las facetas de ese trabajo. Como resultado, las personas con este síndrome quieren demostrar que saben cosas que en realidad aún no entienden.
Hay varios tipos de sabelotodo. Es necesario saber con cuál de ellos se está tratando antes de decidir si se puede asesorar a alguien y cómo hacerlo.
Afortunadamente, la solución en este caso es fácil.
Es necesario que tus aprendices sepan que no esperas que lo sepan todo. Si son nuevos en su puesto, debes dejarles claro que los contrataron por su potencial.
Una excelente manera de crear un entorno seguro para ese aprendizaje es que, como mentor, hables sobre las cosas que tú mismo estás conociendo. Si tu aprendiz sabe algo que tú no, pedirle que te enseñe cómo hacerlo es una excelente manera de reforzar el hecho de que todos deben identificar sus lagunas en conocimientos y habilidades, y llenarlas.
El mentiroso
A algunas personas les gusta creer que tienen todas las respuestas. Son simplistas y capaces de sonar convincentes. Por eso, han aprendido a dar respuestas que suenan plausibles a situaciones sin ningún conocimiento subyacente real. En algún momento, este comportamiento se convierte en un hábito, por lo que el verdadero mentiroso ni siquiera se da cuenta de que ha pasado al modo mentiroso.
Para ser mentor de estas personas, hay que empezar por denunciar las tonterías. Las organizaciones no pueden tener éxito si las personas se comunican sin saber de qué están hablando. Es necesario dejar claro que hablar sin conocimiento es inaceptable.
A partir de ahí, puedes empezar a trabajar con este miembro del equipo sobre cómo responder cuando no tiene la información que necesita y cómo evitar intervenir cuando no tiene toda la información. Lo más sencillo (y quizás lo más difícil) que puedes enseñar a la gente a hacer es decir “No sé” con la promesa de averiguar más información y volver a contactarlos.
El narcisista
El sabelotodo más letal es el narcisista. Los narcisistas creen que son especiales y que la información debe fluir desde ellos hacia los demás. Hacen alarde de sus conocimientos y se entrometen en las conversaciones. Su objetivo es llamar la atención y dejar que el mundo vea cuánto saben y lo bien conectados que están dentro de la organización.
Puede resultar difícil ser mentor de un narcisista. Tal vez lo más eficaz es apelar a su deseo de triunfar. Señala que, si bien puede creer que alardear de sus conocimientos lo hace parecer más poderoso, en realidad eso disminuye su influencia sobre los demás.
Concéntrate en cómo pueden lograr mejor sus objetivos escuchando a los demás y reconociendo sus ideas y contribuciones. Puede parecer engañoso lograr que las personas se relacionen bien con los demás por razones egoístas. En realidad, está bien lograr que alguien haga lo correcto, incluso si lo hace para obtener un beneficio personal.