
De niño, Matt Stevens y su vecino solían prepararse para un partido de fútbol americano. Stevens siempre era de los Cowboys. Su vecino, de los Steelers. El único problema era que casi nunca terminaban el partido. “Nos quedábamos sin tiempo porque pasaba mucho tiempo haciendo el cartel del partido”, dice Stevens.
El diseñador independiente, que nació en Carolina del Norte, siempre tuvo una habilidad especial para usar sus capacidades creativas para dar vida a mundos ficticios basados en propiedad intelectual del mundo real y, bueno, eso indica que si alguien iba a hacer que una idea tan aleatoria como “Buenas películas convertidas en portadas de libros vintage” funcionara, ese sería él.

Mash-up de mediados de siglo
El nuevo libro de Stevens cumple lo que promete: más de 200 portadas ficticias que parecen salidas de una vieja biblioteca. Sale a la venta hoy y es una joya visual.
Fue en 2020 cuando Stevens rompió por completo el molde de la clásica adaptación del libro a la pantalla. Mientras ayudaba a su amigo Ryan Kalil —exjugador de la NFL y ahora productor— a presentar un proyecto, buscó una manera de darle un giro visual inesperado. ¿La solución? Diseñar una imagen que pareciera la portada de un viejo libro encuadernado en lino.
“Siempre me ha fascinado la cultura del mash-up”, dijo. “Tomar algo y colocarlo en un contexto totalmente nuevo siempre me ha parecido fascinante”.

Después de perder a su padre a una edad temprana, Stevens encontró en el cine una vía de escape catártica que le permitió conectar con sus emociones y desarrollar una pasión que perdura hasta hoy. Al crear sus primeras “películas como libros vintage” para una presentación, descubrió un nuevo proyecto paralelo que fusionaba todas sus pasiones. A partir de ahí, no miró atrás.
Empezó a publicar sus creaciones iniciales en redes sociales y tuvieron gran repercusión. Tras experimentar inicialmente con la estética de portadas de principios del siglo XX, descubrió su pasión por el diseño de portadas de libros de mediados de siglo (le encanta especialmente el trabajo de Penguin de esa época).
“Cualquier cosa donde la idea se reduce a lo esencial me resulta sumamente satisfactoria”, dijo. “Y creo que mucho de eso se hizo evidente a mediados de siglo, cuando imprimían con colores muy limitados y lo reducían a los detalles más básicos”.

Su capacidad camaleónica para adaptarse a diferentes estilos y épocas es un reflejo de su experiencia en pequeñas tiendas y agencias, donde cada miembro de un equipo ágil tenía que encargarse de todo, sin excepción.
En el libro, esto se manifiesta en una interpretación con tintes de Saul Bass de Say Anything, de Cameron Crowe; una verdadera versión de Push Pin Studios de Mad Max: Fury Road; una portada de Terminator que parece casi como si fuera una historia de bolsillo perdida del imperio romano.
Al principio, dudó en abordar una propiedad intelectual con un legado tan marcado de imágenes icónicas. Sin embargo, la emoción de la innovación lo conquistó, como ocurrió con su sorprendente reinterpretación de Los Cazafantasmas. La innovación tipográfica del título lo ubica instantáneamente en un terreno inexplorado, mientras que las inquietantes siluetas sobre un fondo verde limerick brindan una perspectiva fresca y renovada de una propiedad amada pero ya conocida.
“Me emocionó pensar: ‘Bueno, todo el mundo sabe que hay un millón de imágenes icónicas de esto. ¿Cómo puedo crear algo diferente?’, expresó.

Una colección que cobra vida
Diseñar una portada ficticia para una película real no difiere demasiado de crear una portada auténtica para un libro real.
“Me encanta el diseño de libros”, dice Stevens. “Para mí, es uno de los desafíos más puros y satisfactorios, al igual que diseñar un póster”.
A veces comienza con la idea que desea explorar, y otras veces, con un estilo con el que quiere experimentar. De cualquier manera, cuando se propone crear una portada ficticia para una película, la revisita, un proceso que le permite descubrirla desde perspectivas completamente nuevas.

Es una manera distinta de ver el cine. Te permite descubrir temas e imágenes icónicas de otra manera”, comentó. “Creo que esto simplemente profundizó mi amor por algunas de ellas”.
En cuanto a los temas que aborda, Stevens explica que no busca crear una lista de “Lo Mejor del Cine”. Su enfoque se centra en las películas que realmente ama, las que lo han inspirado o aquellas que considera un terreno fértil para ofrecer una nueva perspectiva. Afirma que son estas últimas las que más suelen conectar con los espectadores, como su portada de Mad Max: Furia en la Carretera.
Tras alcanzar las 100 “películas convertidas en libros vintage”, en 2020 lanzó una campaña de Kickstarter para producir un libro con sus creaciones, logrando recaudar 57,000 dólares, casi el doble de su objetivo inicial. Cuando completó otras 100 portadas, impulsó la creación de un segundo volumen. Mientras tanto, una agente literaria recibió una de sus láminas y la colgó en su oficina.
Alguien le preguntó si conocía el libro de Stevens, pero ella no sabía que existía. Decidió contactarlo, lo que llevó a la publicación de un nuevo volumen por parte de Chronicle, que recopila lo mejor de sus dos primeros volúmenes, además de 60 portadas nuevas y una caja que incluye 100 postales.

Lo irónico es que diseñar portadas de libros que son ficticios llevó a Stevens a crear portadas reales. Actualmente, se tomó un descanso de sus portadas falsas, pero con tanta pasión y éxito en este proyecto paralelo, ¿realmente podrá dejarlo atrás?
“Este fin de semana vi Sinners y pensé: ‘Me encantaría trabajar en eso'”, comenta entre risas. “Quién sabe”.