[Imagen: envato]
Durante años, la relación entre la industria del entretenimiento y la inteligencia artificial estuvo marcada por el rechazo y los conflictos. Demandas multimillonarias, comunicados en contra de esta tecnología e incluso advertencias sobre el “fin de la creatividad humana” eran lo habitual en los inicios de esta disputa.
Para Hollywood y la industria de la música, era inaceptable que los modelos de IA hubieran sido entrenados con sus obras protegidas, lo que llevó a que grandes discográficas, incluidas Universal, Warner y Sony, demandaran a startups como Suno y Udio por copiar catálogos para entrenar generadores de música sin licencias, reclamando de miles de millones en daños potenciales.
Estudios, autores y artistas también denunciaron a empresas como OpenAI, Meta o Midjourney por entrenar sus modelos con guiones, imágenes y personajes sin permiso, llevando el conflicto a la opinión pública.
El punto álgido llegó cuando los modelos ganaron capacidad para recrear con gran precisión casi cualquier trabajo, como las imágenes virales de ChatGPT que imitaban el estilo del Studio Ghibli, causando tanto asombro como indignación.
Ahora esa tensión está tomando un giro estratégico en el que, aparentemente, todos ganan.
Una guerra legal que condujo a nuevos modelos de negocio
Los conflictos parecen ser cosa del pasado. Las mismas empresas que lideraron la ofensiva legal en contra de la inteligencia artificial ahora están firmando acuerdos históricos, invirtiendo miles de millones de dólares y convirtiendo la IA en una pieza central de su nueva estrategia de negocio.
El giro más claro se ha producido en la música, donde las “alianzas estratégicas” con las startups de IA son una realidad. Universal Music Group alcanzó un acuerdo con Udio que cierra su disputa legal y da paso a una nueva plataforma de suscripción, prevista para 2026, donde los fans podrán crear y compartir música generada por IA a partir de canciones licenciadas, dentro de un entorno cerrado y supervisado.
Por su parte, Warner Music Group, que también formaba parte del frente legal contra Suno, ha resuelto su demanda para transformarla en una alianza. La discográfica permitirá generar música con voces, nombres e imagen de artistas que opten por participar, y abre la puerta a nuevos ingresos para músicos y compositores mientras Suno presume de casi 100 millones de usuarios y una valoración superior a 2,400 millones de dólares.
El siguiente gran símbolo de esta “rendición” es Disney, que no solo ha peleado contra usos no autorizados de sus personajes, sino que ahora invierte 1,000 millones de dólares en OpenAI y le licencia más de 200 personajes de Disney, Marvel, Pixar y Star Wars para el modelo de video Sora.
El acuerdo, de tres años, permitirá a los usuarios generar videos cortos con personajes icónicos dentro de ciertos límites de uso y contempla que una selección de contenidos hechos con Sora llegue a Disney+, además de que la compañía adopte las APIs de OpenAI para producción y herramientas internas.
Un nuevo enfoque
Estos pactos marcan un cambio de lógica. En lugar de luchar solo por frenar la IA, las empresas usan las demandas como palanca para renegociar cómo se paga por entrenar y usar contenido protegido. Universal y Warner presentan sus acuerdos con Udio y Suno como “victorias” para artistas y compositores, porque incluyen compensación económica, controles técnicos y la posibilidad de que los propios músicos decidan si su voz o catálogo puede usarse en nuevas creaciones.
Disney, por su parte, convierte su biblioteca de personajes en un activo estratégico para entrenar y diferenciar un modelo de video, asegurando salvaguardas sobre cómo se representa a sus IP en Sora y posicionándose como una de las primeras grandes del entretenimiento en integrar la IA generativa en su oferta de streaming y en sus procesos de producción.
El debate no está cerrado
Nadie duda del potencial que tiene la IA para impactar diversos sectores, incluyendo la industria del entretenimiento. Sin embargo, el tema ético ha sido uno de los principales problemas para esta tecnología.
Hoy está claro que los catálogos se están transformando en fichas de negociación. Las grandes compañías buscan fijar precedentes sobre cuánto y cómo deben pagar las startups de IA por usar música, personajes o historias, mientras que las tecnológicas aceptan modelos de licencia para acceder a datos y recursos que reduzcan el riesgo legal.
Aun así, no desaparecen las tensiones. Muchas demandas de autores, guionistas y actores siguen abiertas y hay un debate vivo sobre si estos acuerdos realmente benefician a los creadores individuales o solo consolidan el poder de grandes corporaciones frente a las nuevas plataformas de IA.
Por Sergio Ramos Montoya / SocialGeek
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