
Llegar a puestos de liderazgo en la industria automotriz no ha sido un trayecto directo para muchas mujeres. Tampoco ha sido breve. Las que hoy están al frente de equipos, operaciones y decisiones en Mazda México saben que no están ahí por casualidad.
Y es que la industria es una de esas que ha sido dominada por los hombres de sus inicios. Durante el Mexico Drive Forward Summit 2024, un foro organizado por la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), Graciela Márquez Colín, directora del INEGI, destacó que las mujeres representan 37% de la fuerza laboral en el sector.
Empresas como Mazda han dado un paso al frente para comenzar a cerrar esa brecha, y lo hacen directo en el liderazgo.
Paola Santiago, Irma Ramírez, Fernanda Albin, Odra Rebolledo, Valeska Michelena, Laura Hernández, Cristina Sierra y Leidy de la Cruz no comparten un perfil, sino una práctica cotidiana de liderazgo en espacios donde aún dominan las estructuras tradicionales.
No están solo a cargo de equipos. Han empujado para cambiar procesos, romper esquemas y crear nuevas maneras de trabajar. Lo han hecho desde la venta, la posventa, la operación. Y también desde las conversaciones cotidianas.
Lo técnico, lo humano y lo que no se ve

Uno de los obstáculos más persistentes sigue siendo el prejuicio. En ciertas áreas del negocio, se asume que hay lugares para unos y no para otras. Talleres, áreas técnicas, procesos de reparación. Odra, gerente de posventa en Mazda Picacho, lo sabe bien. Su equipo lo integran 27 personas, 25 de ellas hombres. “La credibilidad ante un equipo que, aunque altamente calificado en su área técnica, no está acostumbrado a tener una mujer como líder, ha sido un reto importante”.
Ella no estudió ingeniería. Pero sí sabe leer procesos, integrar equipos y tomar decisiones. Su gestión parte de entender la operación, tanto en lo técnico como en lo administrativo. La confianza se gana. No se impone. Y eso también toma tiempo.
Muchas de las decisiones difíciles en su día a día no se relacionan con el negocio, sino con las personas. “Siempre la más difícil de tomar es cuando se trata de la gente”, dice Valeska, directora de marca en Mazda Zapata. “Cuando tienes que tomar una decisión de una desvinculación laboral de parte de tu equipo… eso es siempre lo más difícil”.
La exigencia no baja. Al contrario. “Los estándares que necesitamos para la satisfacción del cliente y para cómo opera la marca necesitan garantizar tener un equipo totalmente con una atención excepcional”, explica.
Laura, gerente general de Mazda González Gallo, en Guadalajara, va más allá. “Nos volvemos muy analíticas, especialmente cuando se trata de tomar decisiones difíciles. Ese enfoque nos ayuda a ser más claras y precisas en nuestra gestión”. Reconoce que hay un trabajo emocional en cada decisión, pero insiste: liderar es también poner los límites necesarios para que un equipo funcione.
Fernanda, gerente general de Mazda Hermosillo, coincide. Las decisiones duras, como desvincular a alguien, no son menores. “Es complicado tomar decisiones de desvinculación porque se trata de personas con las que has trabajado de cerca. Pero también es necesario para mantener el estándar de calidad que esperamos”.
La empatía, explica, no resta claridad. No impide actuar. Solo añade otra capa al análisis. “Y eso ha sido una herramienta, no un obstáculo”.
Ideas que suman en Mazda
La presencia de mujeres en estos espacios ha transformado, poco a poco, las maneras de liderar. Cristina, gerente de posventa en Mazda Querétaro, ha visto ese cambio. “Cada vez más nos están mirando con una perspectiva diferente. Las mujeres tenemos ideas innovadoras y esa es una de nuestras mayores fortalezas”.
Lo ha vivido con su propio equipo. De tres mujeres pasaron a catorce. “Me ha funcionado mucho. Las mujeres generan muchas ideas, son propositivas. La gente se da cuenta de lo talentosas que somos”.
Leidy, gerente de posventa en Mazda Cancún, lo resume así: “Al principio, nadie creía en mí, pero a lo largo de mi carrera he demostrado que no se trata de género, sino de liderazgo”.
Hay quienes atribuyen los logros a factores externos. Las propias líderes lo han escuchado. “No fue suerte, fue trabajo constante. Las oportunidades no nos eran dadas, tuvimos que luchar por ellas”, dice Valeska.
Ella empezó como recepcionista y hoy lidera operaciones clave. “Nadie me va a contar cómo se opera en otros puestos”. Esa experiencia, acumulada en cada etapa, le dio las herramientas para sostener su liderazgo. Sin adornos, sin discursos. Solo con resultados.
Para Fernanda, ese discurso se relaciona con una idea aún más profunda: el síndrome de la impostora. “Muchas personas piensan que es suerte. Y uno como que sí interioriza eso”.
Las historias también lideran
Compartir lo vivido también ha sido una manera de empujar a otras. Irma Ramírez, gerente de posventa en Mazda Sendero Monterrey, lo tiene claro: “Cuando cuentas tu historia, otras mujeres se sienten inspiradas y pueden ver que no están solas en este camino”. Ella también inició en recepción. Luego facturación, refacciones. Hoy dirige. Y lo hace contando su historia a quienes vienen detrás.
Paola, gerente del Collision Center en Mazda Picacho, habla desde la experiencia del taller. “Para tener credibilidad lo que nosotras hacemos en el taller, que es la reparación automotriz, sí tienes que conocer parte del proceso, involucrarte y escuchar a todos para tomar decisiones”. Su equipo es amplio: 76 personas. El trabajo no se entiende sin coordinación. Ni sin escuchar.
Sin embargo, la trayectoria también incluye momentos de duda. Leidy lo vivió así. Cuando le ofrecieron asumir la gerencia, pensó en decir que no. “Yo me cerré. Dije: ‘No quiero, tengo miedo, no voy a poder’”. Pero lo que ya hacía —sin título de gerente— era suficiente para demostrar que podía. Solo le faltaba una cosa: creérsela.
“Romper mis propios paradigmas fue lo más importante. Salir de eso de decir ‘no puedo’ y entender que sí, sí puedo”. Lo logró. Y hoy impulsa a otras a hacer lo mismo.
Un equipo, muchas piezas
Para estas mujeres liderar no es hacerlo sola. “La credibilidad tú misma la haces. Y el liderazgo para mí es desarrollar a personas, creer en ellas, hacer un círculo virtuoso donde les puedas dar la mano y puedan ayudarte a crecer”, dijo Odra. “Nuestro trabajo de líderes consiste en hacer la vida más fácil para los demás”.
Desde ahí, el liderazgo se convierte en una manera de colaboración. No importa si el equipo lo integran hombres o mujeres. Lo que importa es que funcione.
Cristina lo dice así: “Quisiera decir que ya no hay machismo en esta industria, pero todavía está escondido por ahí”. El camino hacia la paridad no ha terminado. Aún faltan más mujeres en puestos de alta dirección. Aún hay que hacer más visibles los logros.
Pero la base está puesta. Hoy se habla de una vicepresidenta en Mazda. Y las preguntas ya no giran en torno a si una mujer puede o no liderar. La pregunta es otra: ¿Qué sigue?
“Yo sí quiero decir que todas las que estamos aquí, las que están sentadas trabajando en una agencia Mazda, debemos preguntarnos todos los días qué sigue para nosotros”, dijo una de ellas. Y no se refería a un cargo. Hablaba de propósito.
Mazda, el espacio compartido
Las ocho líderes coinciden en algo que no suele mencionarse. En Mazda han encontrado un entorno donde han podido crecer. “Lo que nos ha permitido crecer es que no hay barreras. No importa si eres mujer u hombre, lo que importa es tu desempeño”, dice Paola.
Ese espacio compartido también se construye con filosofía. Una que se nombra: One Mazda. “Todos representamos una marca”, repiten varias. “Aquí no importa si eres de recepción o directora de marca, el trato siempre ha sido el mismo”.
En un grupo tan diverso, el liderazgo tiene diferentes definiciones. ¿Cómo le explicarían a una niña de ocho años lo que significa liderar? Las respuestas van tomando forma. Algunas dicen “inspirar”, otras “acompañar”, “escuchar”, “detectar talento y ponerlo en el lugar correcto”, “tomar al equipo como sea y llevarlo al mejor resultado”.
Ninguna habla de estatus. Ninguna habla de poder. Todas hablan del crecimiento de las personas.