“This is a love story“, diría Fleabag. Y es verdad, ya que ir a un mitin de Donald Trump es toda una aventura. Los mítines del presidente se caracterizan por tener un conjunto de códigos que se podrían describir como románticos. Los mordaces comentarios del ex presidente, los fans que adoran su personalidad, todo es emocionante como las primeras citas.
El evento que se celebró esta semana en Georgia, Estados Unidos, es un claro ejemplo de esto.
Acto I: La llegada
Los fans de Trump llegan entre cinco y siete horas antes del inicio del mitín. Son recibidos por vendedores que ofrecen camisetas y gorras con la imagen del candidato.
Mientras tanto, otros fans se unen a los gritos. “¡Lucha! ¡Lucha! ¡Lucha!”, dicen, haciendo alusión a una frase que Trump pronunció tras ser atacado en julio.
Después de un tiempo, se abren las puertas del estadio de basketball en Atlanta, donde se celebra el evento. Tikva Mann, una israelí-estadounidense de 83 años, está emocionada: este es su primer mitin y verá a Trump. “No importa si estoy en el otro extremo de la sala, solo quiero verlo”, comentó, con una estampa de “Trump” en la mejilla.
Acto II: El inicio del espectáculo
La programación arranca más de cuatro horas antes de la llegada del candidato y comienza con una oración. Los asistentes se quitan las gorras rojas, recitan el juramento de lealtad a la bandera de Estados Unidos y entonan el himno nacional.
Los aliados de Trump intercambian el podio, llenándolo de elogios y prometiendo “salvar a Estados Unidos” de la inmigración, la inflación y la corrección política. Aunque Trump llega tarde, sus seguidores mantienen el ánimo haciendo la ola al son de canciones de Pitbull, Elvis Presley y Miley Cyrus.
Entre tanto, un joven entre la multitud nos invita a firmar una petición de Elon Musk, quien apoya al republicano. Ofrece un millón de dólares diarios al compañero que firme y que el azar elija como el suertudo.
Acto III: El espectáculo de Trump
Un estruendo llena el estadio cuando Donald Trump finalmente aparece, acompañado por el himno patriótico “Dios bendiga a Estados Unidos”. La multitud entona la canción mientras él, con su característico traje y corbata roja, se instala en el estrado.
“Déjenme empezar con una pregunta simple: ¿es su vida mejor que hace cuatro años?”, pregunta, a lo que los asistentes responden unísonamente con un “¡Noooo!”.
Aunque el mitin debería centrarse en la inflación, Trump desvía el tema hacia la inmigración, describiendo una imagen sombría del país, lleno de migrantes que “secuestran” niños y “violan” a jóvenes estadounidenses. Se alimenta de la energía del público, que ríe y aplaude cuando imita a su rival Kamala Harris, a quien llama “fascista”.
“¡Te queremos!”, clama la multitud, exigiendo que complete la construcción del muro fronterizo. Tras más de una hora de un discurso, casi siempre incoherente, Trump exhorta a todos a votar para devolver a Estados Unidos su “poder” y “grandeza”.
La canción “Y.M.C.A.” de Village People suena mientras él levanta los puños y da pasos de baile, mientras sus seguidores forman las letras de la canción.
Acto IV: ¿Y después?
Eric Villacis, que asistió a 15 mítines como este, describe el evento como “una gran fiesta de amor”, rechazando las acusaciones de racismo de los demócratas.
“Los mítines de Trump reúnen a gente normal que se lleva bien y ama a Estados Unidos”, señaló. Trump también mencionó este sentido de comunidad, recordando con nostalgia los mítines de campaña a pocos días de las elecciones que podrían definir su futuro. “Hemos tenido los más bellos mítines de campaña del mundo”, afirmó.
Con información de Camille CAMDESSUS / AFP