La procrastinación puede verse igual desde afuera: evitar lo más importante hasta el último momento posible –o incluso más allá– mientras realizas incontables otras tareas, desde vaciar tu inbox hasta organizar tus calcetines. Y finalmente, cuando absolutamente tienes que hacer eso que tanto temes, lo completas en un estado frenético hasta altas horas de la noche, lo que te deja agotado y quemado al día siguiente.
Pero el hecho de que la procrastinación parezca tener un aspecto estándar no significa que todas las procrastinaciones tengan la misma construcción. De hecho, como coach de gestión del tiempo, he descubierto que las razones subyacentes de la procrastinación pueden variar enormemente, desde que una tarea sea demasiado difícil hasta que sea demasiado fácil, o que una actividad genere un estrés enorme o no cause preocupación alguna.
La clave para superar la procrastinación es identificar su raíz, como: ansiedad, rebeldía o aburrimiento, y luego abordar ese problema adecuadamente.
CAUSA: ANSIEDAD (CUANDO TIENES MIEDO DE EMPEZAR)
A veces te importa tanto hacer bien un proyecto que la idea de siquiera abrir un documento para empezar el trabajo es aterradora. O te sientes muy inseguro sobre cómo abordar una tarea que nunca has hecho antes, así que ni siquiera la inicias. O tal vez intentaste hacer esta tarea en el pasado y no salió bien, así que tienes miedo de fallar de nuevo.
Una de las cosas clave a recordar en estas situaciones es que cualquier ansiedad que sientas solo se agravará al procrastinar. Y aunque evitarlo pueda parecer una forma de escapar del malestar de la ansiedad, lo opuesto es cierto: cuando evitas un proyecto que te hace sentir ansioso, solo aumentas tu ansiedad y las probabilidades de que se cumpla aquello que temes.
En lugar de procrastinar, practica empezar y volver a empezar con acciones consistentes y persistentes para avanzar en un proyecto. Incluso dedicar los primeros 10 a 15 minutos de tu día a trabajar en un elemento que te genera temor puede ayudarte a generar impulso. Además, toma medidas para abordar cualquier preocupación legítima. Por ejemplo, si nunca has hecho una tarea antes, habla con un colega con experiencia sobre cómo la abordó, busca artículos o videos en línea para un plan de proyecto, o, si está permitido, pide consejos a tu herramienta de IA favorita.
Finalmente, si no cumpliste con las expectativas en el pasado, reflexiona sobre qué salió mal, como esperar hasta la noche anterior para crear un borrador. Luego, piensa en qué podrías hacer diferente esta vez para evitar estos problemas.
La acción proactiva no puede eliminar toda la incertidumbre, pero puede reducirla considerablemente y darte la mejor oportunidad de tener éxito.
CAUSA: REBELDÍA (CUANDO NO QUIERES CUMPLIR)
Hay momentos en los que una tarea no es difícil y no te pone nervioso. Simplemente no quieres hacer lo que te han pedido, así que lo postergas. Tal vez te sientes presionado. O piensas que la actividad es una tontería. O simplemente te molesta la persona que te lo pidió y no tienes ganas de ayudarla.
En algunos casos, es posible que puedas procrastinar indefinidamente con tareas que no haces por rebeldía. Realmente no son obligatorias, y no ocurrirá nada grave si no las haces.
Pero otras veces, eso no es una opción sostenible, especialmente si quien hace la petición es tu jefe o tu pareja. Entonces, ¿qué haces en esos casos cuando todo en ti se resiste a hacer lo que alguien te ha pedido?
En su libro The Four Tendencies, la autora Gretchen Rubin recomienda que pienses en cómo realizar algo está alineado con tu identidad para que puedas superar cualquier tendencia rebelde. Por ejemplo, podrías decirte a ti mismo: “Soy una persona responsable, así que no voy a ignorar esta solicitud”. O, “Soy alguien que se preocupa por su familia, así que me comprometo con esto que es bueno para mis hijos, aunque no tenga ganas de hacerlo”.
Vincular la realización de una acción con tu identidad puede ayudarte a cambiar una tarea de algo que tienes que hacer a algo que quieres hacer.
CAUSA: ABURRIMIENTO (CUANDO SIMPLEMENTE NO TE IMPORTA)
Las emociones fuertes pueden impedirte trabajar, pero la falta de emoción también puede llevar a la dilación. Tal vez estés haciendo algo tedioso que parece poco importante en el panorama general. O sientes que a nadie realmente le importará si no haces esa tarea. O has hecho algo mil veces y no quieres hacerlo una vez más.
En estos casos, necesitas encontrar una forma de que te importe, aunque sea un poco, o simplemente hacer que la tarea sea menos desagradable.
En cuanto a encontrarle importancia, podrías decirte a ti mismo que no quieres perder tu trabajo. Y si no haces esta tarea requerida, estás en camino de que eso suceda. O podrías recordar que, aunque lo que estás haciendo parezca pequeño, tiene un impacto significativo en los demás, como que tu organización no pueda procesar la nómina porque no enviaste la facturación correctamente.
En cuanto a hacer la tarea menos molesta, puedes probar algunas técnicas diferentes. Una que suele ser efectiva es combinar la tarea que estás evitando con algo que disfrutas. Por ejemplo, puedes escuchar música o un podcast, o disfrutar de tu café favorito mientras la completas. Las sensaciones positivas hacia lo que disfrutas pueden ayudarte a superar cualquier sentimiento negativo –o la falta de sentimientos– hacia una tarea aburrida.
Otra estrategia es abordar las tareas aburridas poco a poco. Por ejemplo, puedes dedicar solo cinco minutos al día a completarlas o tachar una o dos tareas a la vez. El progreso incremental se acumula con el tiempo.
La procrastinación no tiene por qué hacerte sentir atrapado. Puedes avanzar y completar lo que necesitas con un mínimo de estrés al identificar la causa raíz y abordarla adecuadamente.